La persistencia de la dura crisis económica y financiera que abate a las grandes naciones y sus efectos negativos en nuestra economía, unido a los problemas que tenemos como país subdesarrollado, conforma un panorama con serios desafíos para el próximo Presidente de la República, licenciado Danilo Medina.
Las limitaciones presupuestarias que implican el pago del servicio de la deuda externa, los altos precios del petróleo, los compromisos que representa el déficit cuasi fiscal del Banco Central y la sangría que provoca el sistema eléctrico nacional, requieren de creatividad en la búsqueda de nuevos recursos.
Si a todo esto se agrega la inmensa deuda social acumulada, no hay dudas de que el nuevo gobierno está compelido a procurar alternativas eficaces que generen los recursos financieros necesarios para enfrentar estos retos y poder dar respuesta efectiva a las demandas y expectativas creadas en la población.
Por esto consideramos preciso y oportuno para enfrentar la problemática planteada, la puesta en marcha de un plan de acción que reactive y priorice el sector agropecuario, pues sólo éste tiene el potencial reproductivo inmediato de generar alimentos, empleos, ingresos, materias primas y divisas, a los fines de derramar las riquezas producidas en todo el tejido social y, muy especialmente, entre los sectores más desposeídos.
Se trata, pues, de un enfoque integral del desarrollo económico y social de la Nación Dominicana, no sólo porque impactará aproximadamente al 90% de la geografía nacional, vinculada directamente a la actividad agropecuaria, sino porque atacará la necesidad primaria de todo ser humano, que es la alimentación, como bien lo dijo Danton: "Después del pan, la primera necesidad de un pueblo es la educación".
Y es que nuestro país está dotado de una útil variedad de microclimas, fuentes de agua, buenas tierras, cultura productiva y mano de obra ociosa, con capacidad suficiente para multiplicar las riquezas que incrementen los ingresos, mejoren la balanza comercial, amortice la deuda y posibilite el combate de la pobreza.
La aplicación fiel de este Plan de desarrollo agropecuario no sólo podrá generar extraordinarios recursos, sino que es el medio más idóneo para derramar con equidad los ingresos en las familias más pobres, permitiéndole enfrentar los rigores de la pobreza, como son la falta de vivienda, alimentación, salud, educación, etc.
En síntesis, el objetivo es aprovechar la potencialidad del campo y convertir éste en el soporte básico para el crecimiento y desarrollo de otros sectores de la economía, y se constituya de hecho en la plataforma esencial para la superación de los principales males económicos y sociales de la Nación.
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